Dioses nómadas.



… y de pronto recuerdas que eres tú,
tu último cuerpo
que se cimbrea en la ceguera de los ojos,
esos que te exhiben como gastada, gaviota escrita
en busca de tus alas
a la mar,
cuando estás llena de miserables vagabundos
inencontrados entre arquitecturas dormidas de túneles oscuros,
bajo cartones y bajo las ruedas.
… y de pronto te recoge el viento
en un recinto airado,
las envestidas te invitan a arrancar de las paredes
estos dioses nómadas de tu entorno;
las voces, los faroles aguados de luz,
el entrecortado seto donde sobreviven las flores
a una niñez erguida y ya desolada,
de esos puntos desdibujados entre la niebla
tal vez vuelva a nacer tu último cuerpo
y de pronto recuerdes que eres tú.